"Dios mío, un momento de dicha... ¿Acaso no es suficiente para toda la vida de un hombre?"
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Que falsa que sos
Acta est fabula.

Martina:

Tu mundo habita una atmósfera que me es ajena: una silueta entre el humo, el alcohol y los acordes del rock nacional. Una existencia que parece flotar en la inercia, suspendida en la ingravidez de lo estático y la bohemia, donde el tiempo se consume sin la urgencia de un propósito.

Soy un caballero de Dios que camina bajo el estandarte de la disciplina y la fe; un templario consagrado a la promesa de un amor sagrado que prioriza su misión por encima de los azares del destino. Mi naturaleza es perseguir objetivos, forjar el espíritu en el hierro y el silencio, y no desviarme por la estática del ruido mundano.

Te mencioné mi vigilia forzada. Esa sensación de "lobotomía" de la que te hablaba no es un vacío, sino una grieta en la armadura. La falta de sueño a veces disuelve la prudencia y deja escapar esta profundidad que suelo custodiar en silencio. Pero no confundas agotamiento con delirio. Ahora, en pleno dominio de mis facultades, elijo este lenguaje porque así resuena mi interior cuando decide hablar sin filtros. No es una falla momentánea; es la voz desnuda de mi espíritu.

Que haya bajado la guardia con vos fue una anomalía, una singularidad en mi código. He forjado mi carácter en la contención, gobernando mis emociones bajo el yugo estricto de la razón. Por norma, suprimo el sentimiento para blindar el propósito. Pero con vos, por una extraña casualidad del destino, estuve dispuesto a quebrantar ese estricto blindaje; estaba listo para deponer las armas y abrir las compuertas de un corazón que, por diseño y supervivencia, permanece perpetuamente sellado.

Mi mente habita naturalmente en la ingeniería y la rigidez de los sistemas exactos: la investigación de sistemas complejos, la guerra electrónica, la seguridad de los protocolos de encriptación, la propulsión de cohetes o la fría soledad de los satélites que orbitan en silencio. Es un mundo de lógica, estrategia y cálculo. Sin embargo, tu perfil representaba un enigma diferente que capturó mi atención: el lado humanístico, la psicología y los laberintos de la mente. Pronostiqué un intelecto con el cual valdría la pena debatir esos abismos, cruzar mi mundo de hierro con tu mundo de letras. Pero el pronóstico falló; la profundidad se quedó habitando en los libros y no trascendió a la conversación.

Quizás, guiado por mis principios, quise revivir un arquetipo atemporal: el del caballero y su princesa. Pero debo admitir que ese sentimiento se fue desvaneciendo progresivamente. El interés no murió de golpe; se fue apagando a medida que la historia avanzaba y me daba cuenta de que estaba idealizando un fantasma. La "princesa" no estaba cautiva en una torre esperando ser encontrada, sino que era la niebla misma, tomando forma humana por un instante.

Incluso tus señales en el éter digital terminaron de revelar la asimetría. Observé esas notas lanzadas al vacío, pidiendo "algo" a la generalidad de la multitud. Yo no opero en frecuencias abiertas ni compito en el ruido de fondo. Comprendí entonces que el interés genuino no se subasta públicamente esperando que el azar responda, sino que busca la coordenada exacta con precisión. Si tu llamado es global, entiendo que mi presencia es innecesaria.

Nuestra coincidencia tuvo la textura de una noche blanca, aunque quizás la niebla solo me envolvía a mí. Y cuando la oportunidad de lo efímero se presentó, mi distancia no fue vacilación, fue coherencia. Fiel a mi juramento, no fragmento mi ser; no profano mi propio templo entregando el cuerpo donde no hay un pacto de almas. Mi estoicismo es la custodia de un valor que reservo únicamente para un vínculo definitivo.

Incluso mi presencia en Cruza Polo fue un cálculo ajeno a mi naturaleza. No soy un hombre que deje sus coordenadas al azar ni que busque el ruido por placer. Suelo operar en el silencio, donde nada es fortuito. Aquella noche fue una incursión deliberada en territorio ajeno, ejecutada con la única finalidad de concretar una realidad. Pero fuimos un error de paralaje: mientras yo entraba, vos ya eras ausencia, escapando hacia la puerta como quien huye hacia sus "zonas neutras" del Café de la Juventud Perdida.

He dejado de luchar contra la naturaleza de las cosas; ya no golpeo puertas que no me pertenecen. Mi silencio no es rencor, es el dominio de quien ha conquistado sus pasiones. Clausuro este capítulo con rectitud y vuelvo a edificar mi propia vida, caminando hacia adelante con la tranquilidad del deber cumplido.

Solo me queda desearte que encuentres un sustento real, algo que te llene de vida más allá de las letras tristes y el humo. Ojalá descubras que, para sostener el alma, también es necesario cuidar y nutrir el templo que la habita. Que encuentres tu propia luz.

Ahora me repliego a mi taller, a mis esquemas y a la estrategia silenciosa de mis sistemas. Mi mente no conoce de pausas; vuelvo al diseño de mi propia vanguardia y a la construcción de mi legado.

Gotham

"El secreto de la existencia humana no solo está en vivir, sino en saber para qué se vive." — F. D.

En otra vida, quizás.
G.G
La jaula se ha vuelto pájaro.
Non sum qualis eram.

Si alguna vez decidís encarnar a tu propio personaje y escribir tu verdadera historia,
la señal sigue encendida.